A mediados de septiembre del año 1885, alguno de los asistentes a la misa de once en la Iglesia Mayor de Castellón de la Plana (actual Concatedral de Santa María), creyó que un toro se había introducido en el templo. Como consecuencia de ello se produjo un gran tumulto en el que no faltaron las caídas, sustos, desmayos, contusiones y otros accidentes. Después del incidente se pudo comprobar que la noticia no era cierta.
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