domingo, 13 de septiembre de 2015

DE ROMA A BIZANCIO


Durante más de nueve siglos los romanos dominaron la mayor parte del mundo conocido. La república fue amenazada por alguno de los generales que deseaban lograr, para sus herederos, la continuidad en el poder, instaurando una monarquía. Julio César fue asesinado el año 44 a.C. En el triunvirato que le sucedió figuraba Marco Antonio que terminó sus días en Egipto junto a Cleopatra, con la que quiso formar un imperio desligado de Roma. Octavio se hizo con el poder y después de su fallecimiento, en 14 d. C. la sucesión se hizo hereditaria, comenzando de esta forma el Imperio Romano, cuya mayor prosperidad se alcanzó con Trajano entre 98 y 117 d.C.

   Roma dominaba Israel, pero dejaba que los judíos continuaran con sus creencias. En tiempos del emperador Octavio Augusto, cuando todavía los romanos dominaban el mundo, en el pequeño pueblo palestino Belén de Judea nació un niño al que bautizaron con el nombre de Jesús. Aquel joven comenzó a destacar por sus enseñanzas y su propio ejemplo consiguiendo arrastrar a un grupo de discípulos que tras su muerte predicaron sus doctrinas por todo el mundo. Cuatro de ellos recogieron su vida en los libros del denominado Nuevo Testamento que junto con los del Antiguo Testamento, forman la Biblia, libro sagrado del Cristianismo. En un principio, la nueva religión cristiana fue tolerada en el imperio romano, pero en el año 64 el emperador Nerón culpó a los seguidores de Cristo del incendio de Roma y se inició una etapa de persecuciones contra los cristianos que lejos de terminar con ellos fortalecieron su fe y el cristianismo tuvo que ser autorizado. 

   Roma comenzaba a dar síntomas de su debilidad. Los pueblos del norte de la actual Europa se aprovecharon para penetrar en la Península Itálica y en el resto de las tierras que habían constituido el Imperio Romano. Nuevas culturas comenzaron a dominar los distintos países. Suevos, vándalos y alanos lograron penetrar por el norte de Hispania, mientras que los visigodos atravesaron la Galia y consiguieron establecerse en el sur de la actual Francia y poco después en la península Ibérica. El año 554 Toledo se convirtió en la capital de un nuevo Estado peninsular.


   El emperador Diocleciano nombró dos césares y dos augustos para que reinaran en las cuatro regiones en que se dividió el Imperio Romano. Este sistema no llegó a tener gran trascendencia hasta que Constantino, al ver las dificultades por las que estaba pasando el Imperio de Occidente, trasladó la capital a oriente. Constantinopla fue el nombre que se le dio a la ciudad actual de Estambul. su estratégico emplazamiento en el Bósforo la acabó convirtiendo en la nueva capital del Imperio que alcanzó su mayor esplendor con el emperador Justiniano. Fue en 1453 cuando los turcos terminaron con el imperio de oriente, tal como lo concibió Constantino. Algunos historiadores toman aquel año como el comienzo de un nuevo periodo de la Historia, conocido como la Edad Media. 


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