
En agosto de 1835 los crlistas ya se habían apoderado de Zucaina, Cabanes y Cuevas de Vinromá. El día seis de este mismo mes y año, quisieron hacerlo de Albocácer, pero la pequeña guarnición que protegía el pueblo se refugió en la iglesia y a pesar del incendio del templo, los defensores no se rindieron durante los días que duró el asedio. Al tercer día, cuando los carlistas iban a volar con pólvora los restos de la iglesia, tuvieron que abandonar el pueblo, al tener noticias de la llegada de una columna enemiga.
Como consecuencia del proceso de desamortización, las monjas de Santa Clara dejaron su convento de la calle Mayor en la capital de la provincia a mediados de julio de 1836 y se trasladaron al convento de San Pascual en Vila-real.
San Mateo había sitiado por tropas de Cabrera durante el mes de mayo de 1837. Una vez en su interior, tomaron prisioneros y en la Cenia fueron bárbaramente asesinados a golpes de bayoneta y sablazos.
El 7 de julio de 1837 las tropas carlistas atacaron Castellón de la Plana y un día después llegaron a Burriana, tomaron una veintena de prisioneros que fueron trasladados a Cantavieja, donde permanecieron tres mees sometidos a trabajos forzosos. En octubre fueron fusilados junto con otros detenidos procedentes de Silla. En la capital de la Plana los hombres mujeres y niños consiguieron ahuyentar a quienes pretendían tomar la ciudad. Por el heroico comportamiento, el regente don Baldomero Espartero dispuso, en 1843, que en el escudo de la capital de la provincia figurara la inscripción: Triunfo de los enemigos de la libertad. Posteriormente, para conmemorar el hecho se levantó el obelisco cuya réplica se encuentra en la actualidad en el parque de Ribalta.
Tropas de Cabrera pusieron sitio a Benicarló el 23 de febrero de 1838. La población fue sometida a un intenso bombardeo durante tres días, después fue saqueada y los numerosos rehenes apresados, fueron conducidos a Morella. La mayoría de ellos murieron en los calabozos. No fue el último suceso ocurrido en la capital dels Ports durante el año 1838 ya que debido a su castillo, codiciado por ambos bandos, fueron numerosos los ataques, bombardeos de la población, incendios, saqueos y todo cuanto supone una guerra civil, como aquella. Durante aquellos ataques más de tres mil personas perdieron su vida. Vencidos por el hambre y el enemigo, el 18 de agosto de 1838 las tropas tuvieron que retirare y el general Oráa fue suspendido de sus cargos. Pero no fue la única población castellonense que sufrió los ataques de Cabrera. En agosto de 1838 también en Vila-real fueron apresados el alcalde y el secretario del Ayuntamiento y poco después fueron fusilados. De regreso hacia la capital de la Plana, Cabrera acabó con la vida de una veintena de labradores de la ciudad.
Las batallas continuaron durante aquellos años. Borriol, Useras, Lucena, Tales y Morella continuaron los ataques carlistas hasta que en 1840, tuvieron que abandonar nuestras tierras cruzando el Ebro en dirección a Francia. Cinco años después la Reina, su madre y la infanta María Luisa Fernanda visitaron Castellón de la Plana. La comitiva se hospedó en las principales casas de la ciudad que por este motivo, fue engalanada y se organizaron actos en honor de los ilustres visitantes.
Durante 1847 la máxima autoridad provincial era el ilustre literato don Ramón de Campoamor. Día importante para la provincia fue el 26 de diciembre de 1862, fecha en la que se inauguraron las instlaciones ferroviarias que enlazaba Valencia con Castellón de la Plana.