El tercer hijo de Felipe V subió al trono cuando falleció sin descendientes, su hermano el rey Fernando VI, el 10 de agosto del año 1759. Su madre: doña Isabel de Farnesio, tuvo una gran influencia sobre el nuevo Rey que con anterioridad, ya había heredado los reinos de Nápoles y Sicilia. A los veintiún años, el infante don Carlos contrajo matrimonio con doña María Amalia de Sajonia.
Los españoles acogieron con gran esperanza la llegada al trono del nuevo Rey, ya que en España se tenía conocimiento de la interesante labor cultural que había hecho el monarca español durante su reinado en Nápoles y Sicilia. Todos los súbditos confiaban en su gestión al frente del Estado, al suponer que contaba con la experiencia necesaria, sobre todo cuando tuvo que gestionar el desastre que se originó tras la erupción del volcán Vesubio, al quedar enterradas varias poblaciones y el rey napolitano mandó iniciar las excavaciones en la ciudad de Pompeya.
En su etapa española se interesó, de manera prioritaria, por la cultura, el arte y otras cuestiones de tipo social, mientras que las decisiones concernientes a la hacienda pública, la guerra y las grandes infraestructuras de la nación, las dejó en manos de sus ministros, entre los que destacaron: Esquilache, Floridablanca y el Conde de Aranda. El primero de ellos se hizo famoso por el motín que provocó una de sus decisiones.
Al originarse frecuentes altercados en las ciudades, algunas personas influyentes opinaban que la proliferación de la capa española y los amplios sombreros, permitían esconderse a los malhechores. Esquilache prohibió el uso de estas vestimentas y obligó, mediante una ordenanza, a que fuera utilizada la capa corta y el sombrero de tres picos. Esta orden originó un gran descontento entre los vecinos de las grandes ciudades. El primer ministro,después de ésta y alguna otra polémica decisión, fue sustituido por el Conde de Aranda.
En la capital de la nación, durante el reinado de Carlos III, se construyeron grandes edificios, numerosas infraestructuras e importantes monumentos. Madrid se convirtió en una de las ciudades más hermosas de Europa. La puerta de Alcalá, las fuentes de Cibeles y Neptuno, el hospital de San Carlos, actual museo Reino Sofía y el museo del Prado, son buenos ejemplos de ello. También impulsó una nueva red de caminos reales que partiendo de la Puerta del Sol de Madrid llegaban hasta las grandes ciudades de la nación. Aquel trazado radial dio lugar, con el paso del tiempo, a las actuales carreteras nacionales.
Algunas de sus decisiones han permanecido hasta nuestros días, como la Lotería Nacional. No menos trascendente fue la fundación de las Escuelas de Artes y Oficios que tan importante labor docente han desarrollado en nuestro país.
Durante el reinado de Carlos III, España entró en guerra con Inglaterra por un conflicto originado en Honduras. Después de siete años, con la paz de París de 1756, españoles e ingleses llegaron a un pacto. España recuperó la Habana y Manila y los británicos se quedaron con la Florida.
De su matrimonio con doña María Amalia de Sajonia nacieron trece hijos, aunque solo siete de ellos lograron sobrevivir. El tercero y primer varón: el infante don Felipe, era deficiente mental, por lo que le sucedió el cuarto que subió al trono con el nombre de Carlos IV.
Don Buenaventura Pedro de Alcántara, noveno conde de Aranda, disponía en esta localidad castellonense de unos terrenos en los que habían arcillas de gran calidad. Alcora gozaba de una gran tradición alfarera. Por este motivo, el conde instaló, el año 1727 en su finca, una fábrica para producir productos de gran belleza. Hasta la población del Alcalatén llegaron grandes artistas y ceramistas europeos que lograron piezas de gran belleza, durante el periodo en que don Buenaventura dirigió la fábrica. Bajo la dirección del décimo conde de Aranda, es decir: el presidente del Consejo de Castilla, don Pedro Pablo quiso fabricar porcelana y hasta Alcora llegaron los mejores técnicos y artistas de la época, pero nunca consiguieron producir porcelana, aunque sí muy bellas piezas de loza que se comercializaron hasta que la fábrica pasó a manos de la familia Hijar que intentó fabricar sus artículos industrialmente, con lo que la producción entró en decadencia.
En respuesta a una petición real, la Corporación municipal de la capital de la Plana acordó, en febrero de 1770, construir un cuartel para la tropa. El vecindario contribuyó con sus donativos a su construcción ya que se tenía la esperanza de que la llegada del ejército impediría las invasiones de piratas en los pueblos del litoral, como era tan habitual durante aquellos años. En 1776 surgieron conflictos entre labradores de Almazora y Castellón de la Plana por el agua del Mijares. Intervinieron ciudadanos ilustres que acordaron construir una nueva acequia para separar las aguas correspondientes a cada una de las poblaciones.
Uno de los hechos más importantes para la capital de la Plana se produjo durante aquellos años al fundarse una escuela para niñas. El colegio era gratuito y estaba situado en la propia vivienda de su fundadora: doña Isabel Ferrer, cuando inició su actividad en 1778.
No hay comentarios:
Publicar un comentario