Durante los siglos XVII y XVIII muchos británicos cruzaron el Atlántico y en la costa norteamericana fundaron trece colonias. Por los mismos años, emigrantes de origen francés se instalaron más al norte, creándose así: Québec y la Luisiana. Muy pronto se produjeron problemas con la delimitación de las fronteras y comenzaron las primeras tensiones entre franceses e ingleses. Al no verse suficientemente respaldados por el ejército británico, los ciudadanos de aquellas trece colonias norteamericanas decidieron formar su propio ejército bajo el mando del ilustre militar George Washington que contaba con un gran prestigio, buena condición social y una gran preparación militar, puesto que había sido teniente coronel del ejército inglés con el que había luchado en la India. Con el paso de los años, las colonias comenzaron a exigir los mismos privilegios que tenían quienes habían permanecido en la nación europea de donde eran originarios y sobre todo, reivindicaban estar representados en el Parlamento de la nación. Al no ser atendidas sus pretensiones los colonos decidieron sublevare contra las autoridades de Boston. La armada inglesa respondió cerrando el puerto de la ciudad en 1773. La economía colonial se resintió y comenzó la revolución.
Geroge Washington se puso al frente de un pequeño ejército, pero nada podía hacer contra el que habías sido su ejército. sin embargo, consiguió el apoyo de Francia y España, por lo que en 1783 a Inglaterra no le quedó más remedio que reconocer la independencia de las trece colonias.

Los primeros tiempos de la nueva nación fueron muy complicados. Inglaterra presionó a los dirigentes de la nueva nación y por otra parte los nativos se enfrentaban a los nuevos colonos para impedir que se pudieran establecer en las tierras situada al oeste del país. En 1812 se inició la guerra entre tropas británicas y las de los Estados Unidos. Las primeras batallas finalizaron con victorias del ejército inglés pero el 23 de marzo de 1815, los británicos se retiraron de todos los frentes.
A partir de entonces numerosas caravanas comenzaron a internarse en las regiones del interior. Gente del este y emigrantes de otros países, deseaban alcanzar la costa oeste donde se hablaba de imporantes minas y tierras fértiles que podían ser ocupadas por quienes llegaban hasta ellas.
Entre la última década del siglo XVIII y gran parte del XIX se logró ocupar la mayor parte de las nuevas tierras en las que tan solo habían residido, hasta entonces, los antiguos pobladores americanos. Los nuevos ocupantes eran, en su mayoría, antiguos colonos que ya residían en tierras norteamericanas, pero también llegó gente procedente de Europa y otras partes del mundo, atraídos por las riquezas y y posibilidades que ofrecían las tierras de la costa del Pacífico.
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