Las corrientes artísticas que nacieron en Italia y se extendieron por gran parte del continente europeo, no consiguieron imponerse, de manera clara, en nuestras comarcas. Durante la etapa final de la reconquista y la del reinado de los primeros monarcas de la casa de Austria, las construcciones que se iban llevando a cabo en la actual provincia de Castellón, continuaron las tendencias anteriores.
Parecía que el Renacimiento no hubiese sido aceptado en Castellón, sin embargo, no ocurrió lo mismo con el barroco por cuanto logró imponerse con bastante rapidez y antiguos templos fueron remodelados exterior e interiormente para incorporarse a las nuevas técnicas y corrientes estéticas barrocas.
Sin duda, el comienzo de las obras del campanario de Castellón de la Plana, constituyeron un hito importante en la historia de la ciudad. En 1591 comenzaron las obras de esta construcción de planta octogonal que tiene la particularidad de no estar adosada a la iglesia. Por otra parte, su propiedad es municipal. En cuanto a su estilo, puede considerarse el que corresponde a un renacimiento tardío.
El día 28 de marzo de 1599 arribó al puerto de Vinaroz una escuadra formada por cuarenta y una galera. Al frente de la misma, estaba el príncipe Juan Andrea Doria y en uno de los navíos viajaba la princesa doña Margarita de Austria que llegaba para contraer matrimonio con el Rey.
Al igual que la mayor parte de los reyes de España, también Felipe III visitó nuestras tierras. Fue el día 28 de agosto de 1599, cuando llegó a Segorbe. el monarca había iniciado el viaje en Valencia, donde se había casado, unos días antes y se dirigía a Zaragoza.
Durante la primavera de 1604 circuló por Vila-real la noticia de que los franciscanos se habían llevado a Valencia la cabeza de San Pascual. A causa de estos rumores, numerosos vecinos asaltaron las dependencias del convento durante la noche del día dieciséis al diecisiete de abril. Una vez en el interior, amenazaron con dar muerte a los frailes si se confirmaba el hecho. A requerimiento de los asaltantes, los religiosos abrieron el arcón que guardaba el cuerpo del Santo. Al comprobar que estaba completo, los vecinos abandonaron aquellas dependencias, pero dejaron una guardia compuesta por veinticinco hombres para su custodia. El día siguiente, el arcón con el cuerpo de San Pascual fue llevado a la iglesia Mayor de la población. Unos meses más tarde volvió a depositarse el cuerpo del Santo en el convento y a quienes habían intervenido la noche del día 16 de abril, se les sancionó con 2600 ducados.
Siguiendo las instrucciones del obispo de Tortosa, los bienes de las mezquitas donde practicaban su religión los musulmanes, antes de convertirse al cristianismo, fueron llevados a las iglesias parroquiales de los distintos pueblos. Además de las poblaciones de la comarca de la Vall d'Uixó, la orden se cumplió en Fanzara, Alcudia, Eslida, Ahín, Veo y Benitandus.
A los moriscos se les prohibió vender cualquiera de sus propiedades. Se publicó una relación de los artículos que no se podían enajenar y se les advirtió que en caso contrario, sería invalidada la operación. Sus propiedades se adjudicaron a distintos nobles, como el marqués de Guadalest, que era el señor de Bechí, al duque de Segorbe y al marqués de Quirra, como señor de Nules. Con posterioridad,los nuevos propietarios otorgaron cartas para poblar las tierras que se les habían entregado, pero los cristianos debieron pagar importantes cantidades.
En septiembre de 1609 fue decretada la expulsión de los moriscos de todo el Reino de Valencia. En las playas de Vinaroz y Moncófar embarcaron quienes tenían que regresar al continente africano.
Al igual que en otras comarcas de Valencia y Aragón, en nuestras zonas costeras, la expulsión de los moriscos produjo graves consecuencias para la agricultura. La mayor parte de las tierras quedaron yermas. Los cultivos tradicionales del arroz y la caña de azúcar, tuvieron que ser sustituidas por otros con los que se conseguía una menor rentabilidad. Por otra parte, los médicos ponían en conocimiento de los gobernantes la insalubridad de los humedales y las enfermedades que producía el arroz. Las autoridades alertaban a los agricultores y se les prohibió este cultivo, pero a pesar de todo, no se ponían los medios necesarios para terminar con los arrozales.
Los cristianos aprovecharon la expulsión de los judíos para acatar las órdenes de los gobernantes y comenzaron de esta manera, otros cultivos más salubres, como la morera y la vid. En un principio la expulsión fue bien acogida por la mayor parte de la población, pero pronto se pudo comprobar que sus consecuencias no eran positivas ya que se había perdido la mano de obra necesaria para producir riqueza y, sin embargo, se incrementó la llegada de piratas procedentes del norte de África. Los afectados por los saqueos culpaban de ello a la decisión tomada por el duque de Lerma, por lo que su destitución en 1618, fue bien recibida en nuestras comarcas.
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